La tecnología evoluciona más rápido que nunca. Factores económicos como la alta inflación, los problemas de la cadena de suministro y la escasez de trabajadores cualificados ejercen hoy una enorme presión sobre las empresas. El difícil clima económico hizo que las empresas reevaluaran su estrategia financiera y buscaran formas de preservar los márgenes de beneficio, desarrollando al mismo tiempo la capacidad de responder con rapidez a las cambiantes condiciones económicas. Como resultado, los líderes empresariales se mostraron más abiertos a la adopción de nuevas tecnologías, lo que ha acelerado el ritmo del cambio.